LA PAZ QUE BUSCO

 La paz que busco

Escrito canalizado por Alicia Sánchez Montalbán 


Ámate. No hay propósito mayor que ese. Cuando no encuentres el sentido de tu vida ámate más que nunca, respétate, con todo lo que eres, con todo lo que sientes. Ama tus pensamientos, tus emociones, tus reacciones, tus debilidades. Ámate por completo, sabiendo que tú eres y debes ser la persona más importante de tu vida. Ese es el principio de la liberación, el sentido primigenio de la vida: amar lo que somos, aceptar nuestra humanidad para poder integrar en ella nuestra divinidad.

Seres de luz habitando en cuerpos humanos. El cuerpo es sagrado, es nuestro refugio, nuestro soporte, nuestro vehículo. Amarlo en un deber. Se lo debemos al cuerpo. El agradecimiento por todo lo que nos aporta es la respuesta más coherente, más respetuosa.

Seres de luz, también, experimentando una existencia. Todo lo que nos rodea nos la proporciona: lugares, situaciones, personas… Son nuestra riqueza. ¿Dónde viviríamos? ¿Qué experimentaríamos sin ellos? 

Probemos a dar las gracias, en vez de a enfadarnos con la vida. El enfado hacia nosotros mismos genera abatimiento, desgana, falta de energía. El enfado hacia nuestras circunstancias genera desilusión, frustración, decaimiento. El enfado hacia las personas que nos rodean genera rabia, malestar, conflictos…

Gracias debería ser la respuesta.

Gracias a mi cuerpo, porque me permite la vida.

Gracias a mi mente, porque me ayuda a desarrollarme como ser humano.

Gracias a mi casa, porque me da cobijo.

Gracias a mi trabajo, porque me proporciona sustento.

Gracias a mi familia, porque me aporta cariño o compañía.

Gracias a mis hijos, porque me conectan con el amor incondicional, que es la esencia de mi alma. 

Gracias a mi pareja, porque me recuerda cuánto debo amarme a mí mismo todos los días.

Gracias a mis compañeros de trabajo, porque con ellos formo un equipo. Me ofrecen la oportunidad de trabajar en equipo, que es uno de los valores de la unidad que he venido a experimentar en esta Tierra.

Sí, unidad, la experiencia de la unidad desde la desconexión de uno mismo. Por eso, el amor propio es el principio, el primer paso hacia esa unidad que anhelan nuestras almas.

¿Cómo voy a sentirlo si por dentro estoy dividido? ¿Cómo voy a experimentar la fusión con la luz de la Fuente, si no logro experimentarla con lo que ahora me rodea?

Personas, lugares, situaciones, me ofrecen la oportunidad de ir recuperándola poco a poco. A esa unidad se llega a través del amor, siguiendo los pasos que nuestra humanidad necesita:

COMPRENSIÓN
ACEPTACIÓN
RESPETO
AGRADECIMIENTO

¿Qué tal si hoy pruebo a comprenderme?

¿Qué tal si hoy me acepto como soy, con todo lo que soy?

¿Qué tal si hoy decido respetarme, a pesar de mis miedos, mis inseguridades, mi tristeza o mis culpas?

¿Qué tal si hoy me doy las gracias por mi valentía, por mi decisión de seguir vivo, de experimentar la vida y proporcionarle a mi alma la experiencia humana que ella ha elegido? Sin luchas, sin reproches. Con amor incondicional hacia mí mismo.

¿Qué tal si hoy, después de recuperar el respeto hacia mi persona, elijo hacer lo mismo con los que forman parte de mi vida y sus circunstancias?

Si hay algo seguro es que mi energía cambiará por completo. Tal vez hoy, así, empiece a experimentar la paz que busco. 


Información inspirada por el Maestro Saint Germain.
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